enero 20, 2008

Seguramente tú no sabes qué significa papillas de maicena. Es normal cuando eres extranjero y vives en un cuarto de paredes durazno y desconectas el teléfono de su clavija verde. Papillas de maicena es una cosa que tomaba de pequeña en un plato de plástico con el borde azul y se comían con una cuchara blanca que sabía dulce y aquí no existen ni hay nada que se le parezca. Te llamaría ahora y te diría que recuerdo mucho ese sabor y te hablaría de este viento que no me deja dormir y que hay basura en mis pasillos y tres botellas vacías de vodka atascando el fregadero. Te diría que se me pegan al suelo los pies en la cocina y que la palabra sábado no tiene ningún sentido aquí. No sé qué podrías hacer tú por cumplirme ese deseo, por darme ese capricho. Te pega perdonarme, llamarme alguna vez y aparecer una noche con viento con una bolsa de quinientos gramos color plata y decirme en este idioma que no es tuyo con un acento de todas partes: Toma, tus papillas de maicena.

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