septiembre 17, 2009

Rentrée

APRIL is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain. (...)
T.S. Eliot. The Burial of the Dead

Se ha dicho ya de todos los meses que son el mes más cruel. Pero hoy yo creo que es septiembre. O no. Cruel no es la palabra. Llueve siempre el 1 de septiembre. En los parques hay ahora el silencio nada más. Son las 8 de la mañana a este lado del Sambre y hay más coches y más lluvia y se ha quedado el mundo como una feria cerrada, abandonada en el barro, con la suciedad de una gasolinera, o esa atmósfera triste que cubre todas las estaciones de servicio. Los niños hacen cola en las escuelas públicas. El verano se da oficialmente por muerto. Y llueve para recordarnos que el verano, la extensión inabarcable del verano, también se acaba. Y hace frío en los ojos y en los pies y hay que taparse bien la boca con un panuelo de cuadros y cubrir con el impermeable el asiento de la bicicleta. Ocurre todo eso, y aunque no se vea, se nota en las horas y en la luz. Los estudiantes han vuelto. Hay gente en algunos cafés a las once de la noche. Tienen exámenes y celebran sin alegría los aprobados en el barrio universitario. Todo eso pasa y se nota mucho septiembre, se nos nota en las caras y en los gestos, en la manera en que ahora movemos las manos o la lengua. Todo es distinto en septiembre. Septiembre recuerda con lluvia e insistencia que la extensión inabarcable del verano, eso que parecía sin fin a principios de junio, se acaba también

4 comentarios:

periferia uber alles dijo...

se acaba. siempre se acaba. el verano o el pañuelo de cuadros.
jugar a ser jugado bajo septiembre.
eso también.
septiembre tiene granizo. y hoy ha salido el sol de nuevo.
y las cigarras - que parecía que se habían ido - siguen con su cantinela.
aburridas.
ay qué dolor de cabeza.

Anónimo dijo...

Que es diciembre y no abril el mes más cruel, quién se lo iba a negar.

Te necesito inevitablemente el día diez, aunque no pueda ser.

Anónimo dijo...

Hoy sería bueno tener una máquina del tiempo y llegar al diez para poder volver más tarde. Hoy no entiendo la distancia entre el diez y tú. Quiero decir entre ese día contigo y yo. Es una distancia absurda que no salvaremos nunca. O eso me parece hoy. Pero ya te lo he dicho antes, si estuviera contigo y me quejara de todo como siempre me quejo, estoy segura de que harías como que no me haces caso echándole la culpa a las isobaras. Y me reiría entonces.

Joseóscar dijo...

Disiento de tu opinión sobre septiembre, pero quizás porque soy más viejuno. ^_^

Me gusta mucho tu blog. Añadiré esta calle a mis paseos.