diciembre 14, 2009

Usted está (otra vez) aquí


De Baran queda una huella y toda esa lluvia encima. Latif la mira marcharse con la paz en el rostro del que ama por nada. No sé quién dijo dolor. A lo mejor también dolor, pero sobre todo la paz. Amar por nada, amar gratis aunque nadie, y me dirijo a ti, con tus propias palabras, sepa qué es postular. Me preguntas si tanto me absorbe hacer eso, besar unas manos, mirar a un derviche giróvago, tener ojos como los insectos. Y a lo mejor no me absorbe y en realidad lo que ocurre es que me alejo hacia atrás. A lo mejor lo que yo creía la línea recta hacia el rostro tranquilo de Latif viendo a Baran marcharse no es más que otro de esos bucles en el aire que no llevan a nada, no es más que la falsa sensación de geometría perfecta (y me dirijo ahora a ti con esto) que fingen en el suelo los pasos de peatones. Quiero decir que uno cree en esa linealidad aprendida en un lugar que no es éste, cree en las líneas rectas que se abren siempre hacia delante y un día, sólo porque llueve o porque la cota de nieve está a doscientos metros o porque "se me fue al fuego el borsch que había hecho para Horacio", o porque al abrir el armario del desayuno descubres que olvidaste comprar café, o porque del baño y los espejos no se va esa sensación de sucio aunque todo huela a desinfectante, te das cuenta del estatismo absoluto, de que todo es un punto en el suelo, una cosa quieta que no avanza, que a lo mejor ese amar gratis tampoco significa crecer, que a lo mejor no hay linealidad hacia el gesto en paz de Latif, sino que guerra y paz al mismo tiempo, que cada afirmación contiene su opuesta, que todo se multiplica en direcciones contrarias como en las raíces trilíteras de los verbos árabes. Escucho Songs for sad women sabiendo que me regalaste esa música sólo para regalarme un título, para decirme "alguien escribió música para ti y yo la he encontrado". Dudo. Creo que todo es culpa de las noches, y en los días retrocedo, vuelvo, involuciono.

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