Llueve. Y eso que ya lo hemos intentado todo para que mayo se parezca en algo a mayo.
Aplastamiento de las gotas
mayo 30, 2008
mayo 29, 2008
mayo 25, 2008
Outré
'Don't leave me now (...)
I must confess I find the world aggressive'
M.P.H.
I must confess I find the world aggressive'
M.P.H.
Sé que llegaste tarde y que no te dejaron entrar, o que ni siquiera querías ir y eso fue sólo una excusa para cuando me enfadé por teléfono. Yo también llegué tarde - y no estabas. Me entretuve mucho en mirar los carteles de advertencia - por si venías. Decían algo de loud, algo de smoke, que nadie tuviera miedo. Y sonreí pensando que en este país lo advierten todo: wet floor, mind the gap, mind your head y cuidado con la obra, puede ser demasiado fuerte para sus oídos. Y no lo era, no, en realidad eso no era para tanto, pero había algo que sí perturbaba ahí dentro. No sé si porque a cada lado tenía una butaca vacía. No sé si porque me emociona el sonido de rumba en este país o porque estaba todo a oscuras y llegaban del escenario extrañas ondas de luz. Sé que hubo un momento en que tuve la sensación de que iba a despertarme, de que algo de todo eso no podía ser real. Pero no pasó nada y encendieron las luces. Y pensé: Deberían advertir esto en los carteles y no el humo ni la música. Quise huir, irme corriendo, sin saludarla a ella que me hacía gestos con la mano desde una grada más baja, ni a la otra ella que subía con prisa las escaleras para decirme: You alright? Huí. Encontré difícil encajar de nuevo en la gabardina negra. Fui por el camino contrario al cemento, pisando la hierba húmeda y viendo de lejos la parte de atrás de la torre. Al día siguiente se tiene resaca de algo y apetece nada más despertarse tarde - y no con ese sol de cinco a.m. - y ver llover desde la cama, poner muy suave la música y esperar a que se vaya el día o la perturbación, con el Requiem de fondo - que una vez me enviaste tú - y alguien diciendo fuera: M'hijo, te espero en misa que se nos hizo tarde. Y m'hijo: Órale.
Outré. Darren Johnston.
Outré. Darren Johnston.
mayo 23, 2008
No me gusta tener ese dolor y que lleve tu nombre. Buscarte entre las caras. Te esperé, me preguntó él: ¿Ya? Y yo: No, espera un poco. Y esperamos. Eran exactamente las 18.38 en mi reloj cuando dije que sí, que bueno, que si quieres ya. Pensaba tanto si estarías que ni siquiera escuché los primeros acordes. Sólo pensaba: ¿Estará? A veces perdía la atención si me parecía que alguien eras tú. Pero nadie eras tú. Estaban todos, me miraban sonriendo, alguien grababa un vídeo y me decían, alguien me dijo: ¿Lloras? Y yo pensé que a lo mejor eso quería decir que estaba llorando. Luego bebimos hasta tarde, hemos dormido con ropa sobre la moqueta de la habitación uno, he montado en bicicleta, ha salido el sol cerca del lago y me duele, no me duele tanto el dolor como que tenga tanto que ver contigo.
mayo 20, 2008
Extenuating circumstances
Fotograma de Vivre sa vie (Jean-Luc Godard)
El examen era al principio nada más que una fecha muy de lejos. Luego horas en la Abert Sloman mirando sin ver apuntes incomprensibles sobre hercios y megahercios. Café después de cada comida, la esperanza de recuperar la atención, el interés justo a tiempo, justo antes del día veinte de mayo a las nueve cero cero asiento cientoveinte en el Lecture Hall. Pero te cansa ese inglés físico, los gráficos, la frecuencia de vibración de las cuerdas vocales y te dices: Una siesta breve, nada más. Luego despertar perdida, con miedo de las sombras, con la sensación de que alguien te disparará por la espalda. Caminas descalza la moqueta del pasillo, buscando con la mano las luces, preguntándote si de verdad son ya las ocho de la tarde y golpeas suave, sin oírte, la puerta de la habitación número uno. Él te abre, aburrido también de sus Middle Ages y de lo que quiera que sea en lo que gasta su tiempo - la mesa, la cama, la alfombra, todo lleno de libros. Y se lo dices, así, sin avisarlo, le preguntas, nombras su nombre y le preguntas: ¿Existo? Y él duda un instante, te mira desde arriba, te toca la frente y hace que sí muchas veces con la cabeza. Y entonces insistes: ¿Y tú? ¿Existes tú? Y se queda en silencio, sólo ha hecho quedarse en silencio. Le explicas que desde aquella película te dan miedo ciertos interruptores. Y te quedas un rato tirada en su cama mientras él sigue preguntándose cuánto de él existe y cuánto no. Luego te vas pero no estudias, ya no te importa estudiar, ya sólo te miras las manos buscándote ahí y te arrepientes infinitamente de esos minutos de siesta que te han hecho un agujero, no sabes aún dónde pero sabes que un agujero. Miras a veces hacia atrás, por si hay alguien, por esa sensación de peligro, de balas, de muerte de cerca que no sabes de dónde sale. Y sonríes un poco al preguntarte si una tristeza así, ese vacío, contará en el examen como extenuating circumstances.
El examen era al principio nada más que una fecha muy de lejos. Luego horas en la Abert Sloman mirando sin ver apuntes incomprensibles sobre hercios y megahercios. Café después de cada comida, la esperanza de recuperar la atención, el interés justo a tiempo, justo antes del día veinte de mayo a las nueve cero cero asiento cientoveinte en el Lecture Hall. Pero te cansa ese inglés físico, los gráficos, la frecuencia de vibración de las cuerdas vocales y te dices: Una siesta breve, nada más. Luego despertar perdida, con miedo de las sombras, con la sensación de que alguien te disparará por la espalda. Caminas descalza la moqueta del pasillo, buscando con la mano las luces, preguntándote si de verdad son ya las ocho de la tarde y golpeas suave, sin oírte, la puerta de la habitación número uno. Él te abre, aburrido también de sus Middle Ages y de lo que quiera que sea en lo que gasta su tiempo - la mesa, la cama, la alfombra, todo lleno de libros. Y se lo dices, así, sin avisarlo, le preguntas, nombras su nombre y le preguntas: ¿Existo? Y él duda un instante, te mira desde arriba, te toca la frente y hace que sí muchas veces con la cabeza. Y entonces insistes: ¿Y tú? ¿Existes tú? Y se queda en silencio, sólo ha hecho quedarse en silencio. Le explicas que desde aquella película te dan miedo ciertos interruptores. Y te quedas un rato tirada en su cama mientras él sigue preguntándose cuánto de él existe y cuánto no. Luego te vas pero no estudias, ya no te importa estudiar, ya sólo te miras las manos buscándote ahí y te arrepientes infinitamente de esos minutos de siesta que te han hecho un agujero, no sabes aún dónde pero sabes que un agujero. Miras a veces hacia atrás, por si hay alguien, por esa sensación de peligro, de balas, de muerte de cerca que no sabes de dónde sale. Y sonríes un poco al preguntarte si una tristeza así, ese vacío, contará en el examen como extenuating circumstances.
mayo 12, 2008
La cocina se ha quedado sin nadie. Hay nada más que algún plato de postre con helado ya muy líquido, chocolate reseco, un cenicero francés y algunos vasos de vino a medias. Ella ha quitado la música. Tú has apurado tu vaso y te has ido después de decir: Me voy. Y es verdad que te vas. No sabes cuánto te vas. Quince horas de vuelo. Y ya no estará más 'esa ausencia tuya y voluntaria'. Te vas, ya casi te has ido. Te veo como si ya fuera mañana a las dos de la tarde y no te viera, no pudiera verte. O como memorizándote, no sé. Pero te miro mucho, todos te miramos mucho, y apuras tu vaso y dices: See you tomorrow como si fuera cierto y te vemos caminar por el pasillo de camino a la cama, encogiéndote bajo la chaqueta, mirándote los pies y sin mirar atrás ni siquiera cuando pensamos tan fuerte tu nombre.
mayo 06, 2008
She's lost control
Escribirte no se parece en nada a verte, pero lo intento, pienso que tal vez así. No sé si debería darle forma al verbo, multiplicar los 'wollen', contar hacia arriba ciento treinta y cuatro peldaños. Eso o pedir perdón, decir que lo siento, 'I've lost control again'. Es como verte, creo que escribirte es casi como verte, como trazar una línea recta hacia arriba, y saberte en un escritorio paralelo, en una habitación igual, las mismas vistas, los mismos ruidos. Mañana, creo, vuelas a Barcelona. Me recuerdo una noche pidiéndote una postal del agua. Yo siempre pido una postal del agua. Es difícil que lo recuerdes, incluso a mí me cuesta. A mí, que memorizo el número de escalones, las veces que te ríes, los minutos que tardamos en ver una película. Llevo días haciendo un ejercicio: Trato de desear todo lo que no eres tú. Voy a un concierto de jazz y me concentro en desear mucho al bajista. Luego ella pasa una noche conmigo y deseo su cuerpo también mientras dejo salir cerca de su boca el humo que nos huele a marihuana. Y cosas así. Entonces llego y son las cuatro y a lo mejor tengo problemas con el equilibrio o el sentido de la dirección. Ya no sé si tu escritorio queda arriba, o si existes, si tienes mañana un vuelo a alguna parte. Entonces escribo tu nombre, con una letra redonda, legible, no propia de mí escribo veinte o cincuenta veces tu nombre. Después me concentro en hacerlo desaparecer. Agarro un boli negro como quien coge un estilete y lo paso por cada uno de los huecos que hacen en el papel tus letras. Así hasta que no puede verse. Luego me despierto con sueño y como si llevara toda la noche luchando contigo, o cualquier cosa contigo.
mayo 05, 2008
Metáfora
Gracias a ti, que estuviste una vez, y me dejaste ese idioma que adoro y ese libro que adoro también y esa frase que dice que l'amour peut naître d'une seule métaphore. Me recuerda a otras tardes. Y a ti, sobre todo a ti. Así que llevo todo el día buscando una metáfora. Y sin embargo encuentro nada más que there has been a tendency over the past thirty years of study of morphology in generative grammar to concentrate on the study of derivational types and not to study the more abstract notions of derivational categories.
mayo 04, 2008
Es cierto que
'Fue aquella noche cuando me di cuenta de que mi estancia en la ciudad de Oxford sería seguramente, cuando terminara, la historia de una perturbación; y de que cuanto allí se iniciara o aconteciera estaría tocado o teñido por esa perturbación global y condenado, por tanto, a no ser nada en el conjunto de mi vida, que no está perturbada: a disiparse y quedar olvidado como lo que las novelas cuentan o como casi todos los sueños.'
Javier Marías. De Todas las almas.
Javier Marías. De Todas las almas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)