septiembre 19, 2008


Me voy. Me oigo decir que me voy, me lo digo a mí misma, me recreo en la lengua, el idioma propio y me digo que me voy. Abandono esta casa, el parqué, la luz amarilla y cuadros de Buda en las paredes del baño. Ella hace el amor con alguien que no es él. Luego sale ágil, sin ruido, lo despide en la calle y me busca en la ventana para explicármelo todo. Explicármelo a mí como explicándoselo a ella misma. El niño me besa desnudo y huele a zumo o jarabe. Ella habla, habla como si yo entendiera y a veces dice cosas sin voz para que el niño no oiga. Me voy. Six heures et demie, le digo. Le matin. Tengo sueño y no sé si me voy triste. Sé que ella hace el amor por las tardes y me lo explica después. No entiendo eso, mientras hago la maleta y me digo que me voy no comprendo nada. No sé si me voy triste. Si pienso en tu casa, en un poco más al norte, entonces sí que un poco triste. Pero sólo por eso, sólo porque nos vi en el espejo de Le Champagne, sólo por ese concierto insufrible y nosotros en el espejo, riéndonos, mirando de muy cerca una foto de Ian Curtis. Me voy triste si pienso en nosotros en ese espejo, en que nosotros ya nunca más allí. Si pienso en los colores de los Jacobinos y en ti diciendo 'ahora' para que abriera los ojos. Sólo si pienso en eso me voy triste. Y entonces me consuelan las doce horas de tren, la posibilidad de evocarte, de recordar, como mínimo, que una vez llovía cerca del canal y tú me esperabas a la salida del cine de la calle Montardy, cansado y con paraguas, cubierto entero por la gabardina oscura. Que luego cogimos el metro, caminamos callados, nos dormimos sin querer en el sofá de la funda roja. Me entretiene pensar eso mientras hago la maleta y me digo que me voy y que no sé si me voy triste.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya, mi vida es una mierda

Anónimo dijo...

Querida M,

Todo se va, aquí también las cosas se vany peor aun, la gente. Te saludo calidamente.

Waltz.