Aunque pueda parecer inventado, en el mundo existe una cosa que se llama Flying superkids, o Superniños voladores - y yo tengo que verlo, dos pases, de cinco a once los Flying superkids, la estridencia, los bailes, las luces de los Flying superkids. La menor tiene siete años y el mayor dieciocho. Hacen acrobacias que intercalan con pedazos de video que muestran la vida diaria de los superniños voladores. Y salen ellos sonriendo y esquiando o sonriendo y jugando al fútbol o sonriendo y montando en un columpio. El público dice un bravo que me da pena muchas veces y al acabar el show - ellos dicen "show" - los niños bajan del escenario y de las luces rojas y azules y dan la mano a los niños del público que les dicen bye bye o les hacen fotos. En el programa decía: "Filosofía del show: Los superniños voladores promueven la alegría de vivir." O algo parecido. No recuerdo exactamente.
Mientras, alguien cena una sopa frente a las noticias de las nueve y un locutor que lee: Más de trescientos muertos. Y luego dice: Presupuestos. Autonomía. Y nadie detiene el mundo entero para contar y llorar las cifras que caben en un "más de", por detener las cifras. Y entonces lo percibo todo, mientras miro luces del extrarradio, como una máquina de hacer morir o enloquecer y nada más.