diciembre 12, 2008

Él ya me dijo un día: Todo lo que escribes es siempre lo mismo, es siempre el mismo momento de después. Y a lo mejor es verdad, es tan verdad que ni siquiera me espero a que sea después, que ni siquiera dejo que te levantes y te bebas el café que he dejado en la mesilla ni te fumes un cigarro que te he liado yo. Ni siquiera espero a eso. Te digo: Un momento. Y lo escribo como si ya fuera después como si ahora no fuera más ahora y no sonara Closer (tú lo eliges, tú me dices: Joy Division) y no entrara un poco de luz filtrada por el rojo de la cortina. También me dijo: Es increíble cómo te obsesiona ese momento. En ti todo gira alrededor de ese momento. Y a lo mejor es verdad, lo que busco, lo que persigo, son sólo estos minutos de después de todo, de olor a café y tabaco en la habitación, de despertar con poca luz y que todo el mundo haya empezado el día y haber faltado a los lugares en los que deberíamos estar para quedarme y poder contarlo.

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