junio 12, 2010

And the snow won't be the same


Se mueven en forma de ruido. Están ahí y quizá tú deberías también estar ahí. Son esa gente sin nombre que hay en los lugares en los que tú no estás. A lo mejor un concierto. Supones que un concierto (aplausos) y empiezas por cerrarlo todo. Pero no existe la forma de escaparse del ruido. El ruido te llega y penetra y recorre con esa fuerza con la que llegan los sonidos muy puros, todo lo que suena y no queremos oír. Santificar la calma, intentar guardarla en pocos metros cuadrados, casi ningún metro cuadrado. Bajar la luz, recordar el silencio de los fondos marinos o el sonido invisible que hace a veces el agua. Sobre todo bajar la luz, recurrir a recuerdos en los no habla nadie y bastan las manos para entenderlo todo. Son más que tú y podrían, por ejemplo, venir y tomar la casa. Empezar con ruido por mover los cimientos, ir llegando hasta arriba, donde estás tú en ese santuario amarillo de recuerdos sin voz. Escuchando por dentro a Juan Gelman decir: "y te quedes", o a Charlotte Gainsbourg pronunciando la frase: "I walk in a line."

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