septiembre 04, 2008

Ich bin nicht aus Zucker


A veces no comprendo el verbo ser. A veces hay una tormenta de verano y mediterránea en un pueblo llamado Castelnau Le Nez. Y llueve sobre las cosas, sobre el tranvía, sobre el cristal que me cubre, sobre el agua, sobre los coches, sobre unas bragas color rosa pálido olvidadas en el patio de esta casa sin puertas. A veces llueve así y me encierro en un cuarto de parqué y luces naranjas y conjugo de memoria el verbo ser. Y me digo: Yo soy. Y no comprendo los límites, ni los viajes al norte, ni trenes de doce horas. O a lo mejor le digo a ella, tan nueva, ojos azules, que me cuente la lluvia en Austria y ella dice: Ich bin nicht aus Zucker. Y me convenzo de eso, también de eso, de que la lluvia no nos deshace ni transforma, mientras ella lo explica en idiomas que entiendo a medias. Pero eso luego da igual, a las veintidós y cuarentaycuatro de un algo de septiembre, si llueve y el día dura exactamente doce coma cinco horas, si hay esta tormenta y la sacudida de un trueno y conjugo el verbo ser mientras me lavo los dientes o busco las zapatillas. Da igual.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo escribí hace seis años un cuento que titulé "La lluvia y los mendigos" que habla exactamente de eso que tú hablas aquí, vuisto por un rumano que se refugia en Mercadona. Aún lo tengo inédito, pero es esa misma atmósfera y el mismo sentido de conjugar el verbo ser y de que te cuenten la lluvia en Austria.

Carmen-Mª López dijo...

A veces siempre llueve, y siempre esa lluvia es el llanto de los ángeles.

Saludos

Anónimo dijo...

que cursis y pretenciosos sois

M dijo...

Es increíble que en menos de treinta letras quepan tres faltas de ortografía.

Anónimo dijo...

si nena, ese es mi estilo

Anónimo dijo...

Qué diablos...

Me gustó todo...y ya sabes, el cielo de humo.

Waltz, siempre.