Ocurre, por ejemplo, que una va en dirección Sant Guilhem, que es algún minuto de entre las ocho y las nueve, que llueve a ratos, que el suelo resbala. Ocurre que la gente camina como sin pisar, con el paraguas en la mano y maletines o una carpeta y de repente un señor de lejos te mira muchos metros allá, y te sigue mirando, y tú lo miras a él y en su mirada hay algo que no hay en las otras, algo así como años de aprender a mirar así, o haber nacido muy inteligente. Y detrás de las gafas, bajo el flequillo gris, empezando por los ojos, te sonríe. Y entonces se detiene algo que no sabes si es la lluvia o el flujo sanguíneo y le devuelves la sonrisa y dices merci si te ofrecen un periódico gratuito y amas a la gente que camina como sin pisar. También es posible que hables con ella un inglés rápido, práctico, necesario , en la puerta de una escuela y haya un atasco en la calle, y el señor del coche a tu altura diga algo así como te observo porque me gusta mirarte hablar, y que luego te explique no sé qué del subjuntivo y que el camión que le impedía el paso se vaya con ruido y él, con la mano en la palanca de marchas, se marche diciendo que vive la jeunesse. O es posible que sean las tres pm en el Musée Fabre y te aburran por no entenderlos los cuadros de Courbet hasta que el hombre desesperado y lo mires durante minutos en que la gente pasa, se queda cerca, o detrás de ti, y se va sin imaginar que tú no puedes moverte, que recuerdas el Síndrome de Stendhal y te preguntas qué es eso que te palpita de los ojos a la garganta, algo que se parece al sueño o las ganas de llorar. Y después eso es todo. Caminar de vuelta toda la Avenida Jean Jaurès pisándote la sombra, sonreír en los bares o en la Rue Les ecoles laiques, coger un tren y mirarse la sombra. Llegar temprano a las luces naranjas y descubrirse una pestaña en la mejilla o un mosquito en el hombro.
4 comentarios:
A veces todo lo que ocurre solo es parte de nuestra incrédula realidad. Pero eso es parte de nuestra existencia.
Me ha encantado perderme entre estas letras tan bien hilvanadas.
Un abrazo
El mar no tiene idioma, y en la cubierta siempre húmeda de los barcos la gente también camina como sin pisar.
Yo siempre.
Waltz.
Ocurren todas esas cosas que cuentas, en realidad es demasiado fácil que sucedan en éste, el gran teatro del mundo
Saludos
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