noviembre 02, 2006


Tú necesitas que siempre haya alguien observándote. Y me acuerdo de Kundera (cuánto tiempo. Y Kundera y la gravedad, levedad del ser y lo que fuimos). Alguien obsevándote. Willy Ronis aún en Santa Teresa. Cuando he pasado por la puerta camino a la estación no había nadie. Observándome. Willy Ronis. De Santo Domingo a la Circular una masa entera, llena de flores y santos y cervezas en algunas terrazas. Willy Ronis en ese centro, ese lugar de exposiciones... No me acuerdo del nombre. Y yo cruzando gente con una mochila - dos días pegada a una mochila - camino a la estación. He sentido ganas de volver. Tu cuarto verde. Ganas de girar sobre mí misma y dejar de andar en vano, de vuelta, a esta casa que recordaba menos vacía. Tila doble. Eso no sirve de nada, me dices, y yo te hablo de cómo engañarse a uno mismo, de algunos trucos y el vaso caliente, quemando entre mano y mano. Siempre necesitas que haya alguien observándote. El Bessie nunca fue Bessie para mí. Storyville, en todo caso. Nunca Bessie. Me sentía extraña esperando en el portal. Miraba el reloj, el termómetro del jardín de La Fama y pensaba: Si a las 00.43 no está, me voy. Y estuviste. 00.38. Menos mal. Sabes que detesto el tres, amo los ochos. Sabes cómo tenemos que esperar a veces para cruzar la carretera - aunque esté verde el semáforo - hasta que cambie el número enorme, amarillo, de algunos relojes de calle. Entonces cuatro. 4. Entonces cruzar, decidir mejor, incluso tu cuarto - tu cuarto verde, aunque blanco - y pensar sin temer que salga todo mal. Me encontré un puñado de treses hace unos días en la calle. Anoche era tan raro, tan cómodo - 00.43. Ahora, quiero decir. - era tan cómodo - decía - acercarme a la barra, preguntarte con señas si te pido otra y tú enseñándome el vaso aún lleno de cerveza. Date prisa- bebía más rápida ayer - y traerte un vaso nuevo y tú hablándome de cuánto te cuesta negarte a Deep Purple y que si no fuera yo, si fuera otra, si no te importara o no fuera tu amiga, ya te habrías ido a bailar. Me río de ti y tu música y te digo que somos nuevos. Y tú qué lujo que una escritora, el cuento y las sábanas. El puzzle. Kafka, dijiste. A veces me haces llorar, pero somos nuevos. Y era tan cómodo, todo el mundo vestido de otro modo, de ese modo en que viste la gente y nosotros, tú chaqueta enorme, Joy Division, yo camiseta de embarazada - eso me dice mi madre - tú dices no podrías ir más guapa. Camiseta enorme, y ese peinado de andar por casa y recogerse el flequillo para que no se manche, para no mojarlo, llenarlo de cerveza, de jabón. Repetí tu nombre en el baño azul. Cuatro veces. No tres. La cuarta fue sólo para repetir tu nombre. Me asomé al espejo de la pared azul - la del baño - y te dije mientras te sabía fuera y oía algo así como Led Zeppelin gritando babe, I'm gonna leave you. Y yo tu nombre, el espejo, la pared azul... Babe, babe... El cuarto tan verde. Y la foto de Dylan sobre ti. Tú y el rock cristiano, el verbo odiar en tu voz suena extraño. Odiar y yo hablando de Bob como si tuviera algo a favor, sólo porque tú en contra, y luego elefantes que descubren su propia conciencia. Y entonces espera, voy a pedir otra.

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