Dormir es imposible. No importa tres bolsitas de tila en un poco de agua caliente, no importa química blanca no sé cuántos miligramos. No se puede. Lo que era agradable hasta hace poco se hace repetitivo, demasiado, insufrible, insoportable. Nueva visita a la casa de una oreja a la otra. Y él: Y que no existieras nunca más. Y que no existieras más o algo parecido. Nunca se le entiende y menos a las tres y treinta y siete de no sé qué día de agosto y de calor. Imposible dormir. Miro fotos de lejos, no tan lejos, de un lugar que ahora parece de otra vida. Estás. Estáis. Ahora sois seres habitando otra franja horaria. O trabajando en un canal de deportes en televisión. Qué nos va a pasar de una oreja a la otra. Me pregunto algo inquieta qué nos va a pasar. Recuerdo una noche de allí, también de insomnio. Recuerdo esa canción o cualquier otra. Yo creo que era cualquier otra. Yo creo que Pink Floyd, Hey you, o cualquier otra, puede que cualquier otra. Recuerdo que entonces miraba fotos de este lado. El insomnio es terrible. El insomnio es sueño en todas partes menos en la cabeza. Se te cansan los ojos, los dedos, la garganta, pero la cabeza nunca. Sí, ahora estoy segura, Hey you, out there on your own, sitting naked by the phone, would you touch me? Sí, estoy segura, recuerdo: Would you touch me? Es el sueño en todas partes. Me lo noto en los dedos, en los ojos, en la lengua. Miro fotos de hace poco y en una esquina estás tú. Tú no sabes que estás, ni siquiera sabes que esa foto existe, que ahora habitamos otras franjas horarias y hay quien trabaja para un canal deportivo. Tú que tanto hablabas del hemisferio Sur y de Date Lines y de pasar la vida en una línea para no morir, para no envejecer. Ya no andén treinta y algo, no recuerdo. Ya no hay esperas, aunque las haya. Estás. Estáis. En una foto, en una esquina tú. Y multiplican el insomnio esas fotos de lejos, no tan lejos.
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