diciembre 09, 2006

Te escribí

Me huele (y puse duele) la ropa a eso que huele cuando has estado en bares. Mañana sonará el despertador y lo iré poniendo de cinco en cinco hasta que pase una hora. O más. Luego me despierto, ya culpable, y rezongo insultos, maldiciones, mientras tomo el desayuno. No oigo bien por el oído izquierdo esta noche. Será el frío. Como si se me hubiera metido un poco de viento. Luego las manos moradas y la bufanda al cuello. Enfadarse con ciertas sombras, pesadillas. Era un barco de tres pisos y Electra mordiéndome las manos. Electra es el bulldog que vive conmigo. No entiendo de perros. Pero había sangre en algunos sitios y ella, ellas lloraban. Alguien se había lanzado por la borda a un futuro de agua. Yo quería tomarla - a ella - por los hombros y se escapaba como se escapa en la vida, en algunas calles, como si no me viera. Entonces suenan Los Planetas (yo no tengo la culpa de que te duela el alma...) y hablan de plata como si no doliera. Y últimamente en mis sueños suena casi todo. Escalpelo con ele, escalpelo con erre, o Parade diciendo tengo veintidós años y este es mi primer contacto. Me despierto como si llegara de lejos, de correr, de un perro en las manos, de algo con sangre, algo que me hace pesada la respiración y los ojos. Entonces venir aquí, o a cualquier lugar con luz para dejar que los dedos tiemblen solos. Y ya no frío. Ya no lo de antes.

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