Me gustaría decir algo. Sobre todo ahora, justo ahora, me gustaría decir algo. Hablarte a ti, del lado de allá, de tan allá; o a Lucio, si supiera que aún existe, que respira aunque esté lejos; o a ti, y preguntarte cómo sigue la tristeza de ese mar del norte. Pero no. No puedo. Me gustaría ser capaz de decir algo, pero me siento a escribir y en los dedos no me encuentro nada. Y teclean ellos solos: schneiden / schneidet / hat geschnitten. O: unverheiratet. Y sigo soñando con aviones y me despierto con claustrofobia, como si me hubieran cerrado la isla, como si ese miedo ya no me permitiera nunca salir de aquí. O a lo mejor no puedo porque aquí, al fin, a ratos hay vida. Porque al salir de clases de alemán para "beginners" alguien te invita a un zumo de naranja, o porque ya no me hace falta gastar veinte libras en vino (y te hablo a ti, me noto que siempre te hablo a ti) para que las cenas con gente se parezcan a las cenas con gente, porque aún hay quien vive en casas con salón y celebra su cumpleaños un sábado por la noche. No sé qué es, pero cada vez que quiero, que lo intento, que me digo: Ahora, me viene a la mente un cartel amarillo con un No Way enorme, sincero, escrito en letras negras que no me deja hacer nada.
1 comentario:
La nada ha sido algo que ultimamente, en todo, encuentra lugar...
yo que sé,
vine a leerte.
Es viernes, me duelen las rodillas y no en el canal 22 cine italiano
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